El descubrimiento de España. | Xavier Andreu

<p>En el siglo XIX Espa&ntilde;a se convirti&oacute; en el pa&iacute;s rom&aacute;ntico por excelencia en el imaginario europeo. A ojos de los numerosos viajeros que la recorrieron, sus mujeres de pu&ntilde;al en liga, sus recios bandoleros, sus matadores de toros y sus alegres casta&ntilde;uelas condensaban el car&aacute;cter espa&ntilde;ol. Un car&aacute;cter que interpretaban como el propio de un pa&iacute;s meridional en el que la huella de su pasado musulm&aacute;n era todav&iacute;a visible. Los autores rom&aacute;nticos encontraron en las puertas de Europa una naci&oacute;n ex&oacute;tica, primitiva y medio oriental sobre cuyas cualidades morales arrojaron serias dudas. Se preguntaron hasta qu&eacute; punto los espa&ntilde;oles eran aptos para el progreso y la modernidad.</p> <p>En Espa&ntilde;a, en un momento en el que los contornos de la naci&oacute;n moderna apenas comenzaban a trazarse, los hombres -y mujeres- de letras entraron en di&aacute;logo con esta imagen for&aacute;n